martes, 4 de noviembre de 2008

Comienzo y fidelidad

Me he resistido a recomenzar esta labor. ¡Son tantas las obligaciones nuevas! Mi vida ha dado en la serenidad un cambio de rumbo inesperado. Derrepente siento el peso de la responsabilidad, y la clara sensación de indignidad, y de que todo a partir de ahora me superará siempre con creces. Pero ahí está la fe, la que hace que se pueda aspirar a la audacia sin por ello significar que uno se vea avocado irremediablemente a la soberbia.
De párroco de pueblo a Canciller Secretario de una diócesis. De incertidumbres y desasosiegos a ir finalizando los estudios felizmente. De las sombras inevitables que tienen los cambios en la vida a la luz de la estabilidad puntual. Tras el temporal, la llegada al puerto (haven en inglés, ¡tan similar a heaven!).
Sé que saldré a navegar de nuevo en este camino, que la tranquilidad es solo un respiro, que la responsabilidad es enemiga de la comodidad, que la tensión por crecer es incompatible con el contento. Llegarán sin duda los nuevos retos, y solo pido a Dios poder permanecer fiel siempre, y que Él sea siempre lo inamovible de mi vida

1 comentario:

Félix. dijo...

Ánimo, pues, que el señor no falla. Entrega confiada, hermano, que suena muy bien pero seguro que te trae más de un quebradero de cabeza... bueno, pues por Cristo y ya está.

Un abrazo fuerte, bendición y un Ave María por ti.