viernes, 14 de agosto de 2009

Mis "nunca" desautorizados

Llevo unos días pensando sobre las veces que he dicho "nunca" en relación a decisiones o eventos en mi vida. Todos tenemos esa experiencia: nuestras fobias y miedos, nuestra comodidad, nuestra estrechez de miras, nuestra cortedad de horizontes... y todo eso evidentemente hacia cosas que de por sí no son malas.
Está claro que hay que saber decir "no", establecer límites morales. Pero no es a eso a lo que me refiero. Me refiero más bien a esas puertas que queremos cerrar a caminos que nos pueden llevar muy lejos.
Los cristianos deberíamos comprender esto algo más, no en balde creemos en la Providencia, en que Dios guía nuestras vidas sirviéndose a la vez de nuestra responsabilidad y de nuestra confianza, de nuestra libertad vivida plenamente en definitiva.
La verdad es que pensando en mis "nunca" he pasado un buen rato. Todo viene de ir escuchando la primera sinfonía de Tchaikovsky, "Sueños de Invierno", en el coche. Me retrotrajo a mis 15-17 años, cuando la escuchaba con cierta frecuencia. Ya a esa edad tome la muy discutible decisión de que nunca me iba a molestar en aprender informática, que para eso había secretarias. No soy un genio ni muchísimo menos, pero hoy por hoy sin la informática práctica no se puede trabajar. Pensaba además en aquellos tiempos cómo podría vivir alguien fuera de una ciudad grande, que nunca me iría a una ciudad de provincias; el caso es que no solo vivo ahora en una ciudad de provincias, sino que he vivido siete años en un pueblo de 120 habitantes. También dije que nunca estudiaría derecho, y ahora soy licenciado después de estudiar derecho canónico. Dije en su momento, cuando era religioso, que nunca sería sacerdote secular; el caso es que lo soy ahora, y muy felizmente. He dicho que tampoco sería juez eclesiástico, pues no me sentía con ningún ánimo de tener que entrar a juzgar sobre la nulidad de un matrimonio o sobre la veracidad de los que la presentan. El caso es que dentro de poco tendré que dar mi primera sentencia como juez diocesano.
Esto de los "nuncas" tiene su gracia. Parece que Dios está empeñado en decirme que no sea obtuso, que no me ponga vendas en los ojos. Me desautoriza mis nuncas de tanto en cuando, y la verdad es que no me ha ido mal. Es una lección de docilidad a la mano de Dios. Él sabe lo que nos conviene, y lo que nos hace felices

1 comentario:

El Marqués del Villar dijo...

Muy buena entrada. La verdad es que ante situaciones así (que todos hemos vivido) de "yo nunca...", me imagino al Jefe sacudiendo la cabeza con una sonrisa mientras piensa "Espera y verás".

Por otra parte, ¿ya tienes tus primeras sentencias como juez diocesano (¿el Garzón del obispado de Cuenca?) Pues me gustaría que me explicases (un día que nos encontremos por esos mundos) cómo va el asunto de la nulidad matrimonial, que me han contado mucho sobre el asunto, pero me creo poco.

Un abrazo y hasta el domingo.