viernes, 4 de diciembre de 2009

Libertad Religiosa


Lo que funciona no hay que cambiarlo, a no ser que quieras que deje de funcionar. Si el gobierno trabaja en una nueva Ley de Libertad Religiosa hay dos realidades claras: que la actual no plantea problemas a los que profesan cualquier religión, y que los únicos que quieren ver problemas son los laicistas.

Aquí hay que hacer una disitinción. Una cosa es la laicidad, osea, la no eclesiastización de la sociedad, la justa autonomía que tienen los diversos ámbitos de la vida pública, y por otro lado el laicismo, que es la opción religiosa de la no-religión. Un estado constitucionalmente aconfesional como el nuestro contempla el poder público como aquel que ante el fenómeno religioso se situa en una posición de neutralidad y de objetividad. Neutralidad en cuanto que no puede privilegiar en sus actuaciones ninguna ninguna opción religiosa sobre otra - incluída la opción de la no-religión - y objetividad en cuanto que debe considerar el peso social y el interés de los ciudadanos en cada una de las opciones - también, por qué no, la opción de la no-religión.

En la polémica de los crucifijos en las aulas, mi postura es quizá poco convencional, pero creo que es la que mejor se ajusta al marco legal - marco que no vulnera mi conciencia, por tanto legítimo - y es que en los colegios públicos, si causa discordia, que se quiten. Mejor así, humilde y escondido, que insultado y profanado. En los colegios concertados, que se les deje hacer lo que les de la real gana, que para eso tienen su idearios, muchos de los cuales dan cabida al crucifijo con mucho amor y respeto. Pero en todo caso que se respete como símbolo religioso. Que no se hable de ellos con desprecio y odio, porque hasta en nuestro ordenamiento jurídico, el violentar un símbolo religioso es una conducta delictiva castigada en el Código Penal.

La pena de todo esto es que huele muy rancio. Corazones envejecidos prematuramente, cansados y llenos de amargura promueven actitudes rencorosas. No sabemos que nos deparará la nueva Ley de Libertad Religiosa, pero desde luego está claro: menos libertades para los creyentes de las religiones y una toma de partido por los creyentes de la no-religión. No se ajustará así al marco de la Constitución, pero ¿qué más da? Hay tantas leyes y Estatutos que no se ajustan a la Constitución que terminarán por hacerla reventar.

1 comentario:

El Marqués del Villar dijo...

Y lo peor es que le pasa como a la Ley del Aborto: son espantajos que se agitan para ocultar otros enormes problemas que tiene este país.

También es un intento por ir arrinconando a las ideologías y creencias que van en contra del Pensamiento Único. No sea que nos dé por pensar que la propaganda del régimen no es del todo cierta...